Dr. Franco Lotito Catino – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
El “síndrome del impostor” –llamado también “síndrome del fraude”– se relaciona con
un trastorno psicológico que trae como consecuencia que personas que son exitosas
tengan la sensación de no ser merecedoras de sus logros y se sientan como
impostoras, lo que las hace incapaces de asimilar y valorar sus éxitos y logros.
Es un fenómeno que en los últimos años ha comenzado a repetirse con mucha mayor
frecuencia. El concepto fue acuñado por las psicólogas clínicas norteamericanas
Suzanne Imes y Pauline Clance, quienes advirtieron que un porcentaje de sus
estudiantes dudaba de sus propias capacidades y no se sentían orgullosos de sus éxitos
académicos.
Luego de investigar con profundidad este extraño fenómeno, publicaron un artículo
científico (“The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and
therapeutic intervention”), donde analizaron los temores que mostraban muchas
mujeres brillantes –con impecables logros tanto académicos como también
profesionales– en relación con sus propios méritos.
Si bien, el síndrome del impostor no es exclusivo de las mujeres, ellas son más
propensas a angustiarse por algunos pequeños errores que han cometido y ven a las
críticas constructivas que reciben como una evidencia clara de sus defectos y
debilidades, lo que las lleva a atribuir sus logros a la suerte, en lugar de a sus
habilidades y competencias. Se estima, que es más frecuente en mujeres por causas de
carácter históricas y sociales, en función de lo cual, se produce una tendencia a
subestimar sus capacidades e incluso a minimizarlas para no destacar.
Ahora bien, con el paso de los años –y ulteriores estudios–, se ha ido aceptando que
este fenómeno afecta por igual tanto a mujeres como hombres, de cualquier condición
social y edad.
A menudo, esta sensación de sentirse un impostor(a) provoca mucho sufrimiento en
personas que son eficientes, que muestran excelentes habilidades y experticia y que
ocupan buenos puestos dentro de sus respectivas profesiones. Es el caso, por ejemplo,
de reconocidas y premiadas actrices como Charlize Theron o Viola Davis, o la figura de
la ex primera dama de Estados Unidos –y brillante abogada– Michelle Obama, quien,
en su libro autobiográfico “Becoming” dice que sufre del “síndrome de la impostora”.
El síndrome del impostor –que representa un fenómeno psicológico de difícil
comprensión– hace que las personas que lo sufren, muestren una gran dificultad para
aceptar que los logros que han obtenido en sus vidas provengan de sus esfuerzos, de
sus múltiples capacidades y de sus propios méritos personales.
Entre los síntomas que caracterizan a las personas con este trastorno se cuentan los
siguientes: (a) temor a no estar al nivel de lo que se espera de ellas, (b) elevadas auto
expectativas y falta de confianza en las propias capacidades, (c) pensamientos
negativos asociados a expectativas de fracaso, tales como: “No voy a ser capaz”, “Todo
me va a salir mal”, “No soy tan bueno como la gente piensa”, etc., (d) incapacidad para
apreciar y valorar su logros, (e) miedo a mostrar alguna imperfección personal, (f)
sensación recurrente de no merecer los triunfos conseguidos, (g) dificultad para
aceptar los elogios de terceros, entre otros.
El síndrome del impostor o “síndrome del fraude”
