Francisco Ojeda Güemes
Psicólogo Clínico
Facultad de Psicología y Humanidades
Universidad San Sebastián
Las preguntas formuladas por la suicidología en Chile nos han ofrecido respuestas precisas sobre
factores de riesgo y protectores para la conducta suicida, que han permitido identificar grupos de
mayor vulnerabilidad y, con ello, focalizar la intervención estatal hacia la prevención del suicidio y
promoción de la salud mental, entre quienes cursan un sufrimiento psicológico intenso. Sin
embargo, poco se ha dicho sobre postvención del suicidio.
¿Qué es la postvención? Para responder la pregunta, primero tenemos que decir que por
cada suicidio, se calcula que entre 5 a 10 personas se ven afectadas significativamente por la
pérdida y requieren de un tipo de apoyo especializado. Las personas y comunidades afectadas por
el suicidio se conocen también como sobrevivientes o supervivientes, es decir, aquellas que viven
el duelo por suicidio y hacen el trabajo de volver a tejer un sentido a una vida sin la persona
amada, cercana y querida. Se trata de una pérdida inesperada, traumática y violenta, que
despierta una serie de preguntas y emociones intensas (shock emocional, culpa, rabia, tristeza),
agudizando el sufrimiento y el dolor ante la pérdida.
Entonces, la postvención, por un lado, son todas las acciones de apoyo y asistencia que se
implementan luego de una muerte por suicidio (formales o informales), con el propósito de
acompañar a sobrevivientes en el proceso de duelo, facilitar la expresión emocional y la
recuperación después del suicidio; y por otro lado, también es una forma efectiva de prevenir el
riesgo de nuevos comportamientos suicidas, por parte de los miembros de la familia o comunidad
afectada. Sin embargo, en Chile no contamos con programas y lineamientos específicos para la
intervención en postvención. No obstante, el Minsal cuenta con orientaciones generales:
Programa Nacional de Prevención del Suicidio, Recomendaciones para la prevención de la
conducta suicida en establecimientos educacionales, y Vivir después de la Muerte.
Aquí tenemos un desafío enorme. ¿Qué hacer con compañeras de trabajo, de colegio, de
universidad tras el suicidio de un integrante de la comunidad? ¿Cómo acompañar en el duelo por
suicidio? ¿Cómo escuchar y acoger a una familia afectada por suicidio? ¿Cómo hablarlo? ¿Lo
hacemos de forma individual, grupal o con la comunidad extendida? ¿Es un asunto privado o
público? Preguntas necesarias y que renuevan el campo de la prevención del suicidio, porque nos
invitan a pensar e inventar nuevas formas de acogida ante la pérdida y el duelo por suicidio, y a
visualizar un futuro para que la vida sea posible. En esto, todos y todas tenemos algo que aportar.