Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Una de las definiciones más conocidas del concepto “fuerza de voluntad” señala que
es el impulso interno o capacidad que permite a un individuo definir y llevar a cabo
diversas acciones con el fin de alcanzar objetivos de mediano y largo plazo.
Al respecto, hay numerosas evidencias neurocientíficas que demuestran que la fuerza
de voluntad es como un músculo que puede ser ejercitado por las personas, a raíz de
lo cual, una vez logrado un nivel suficiente de dicha fuerza, es posible alcanzar aquellos
objetivos, metas y cambios –ya sean internos o externos– que la gente se propone
para sus vidas.
Si bien, la fuerza de voluntad se asocia, generalmente, con algo innato o relacionado
con la carga genética del individuo, lo cierto, es que esta fuerza puede comenzar a ser
forjada desde las primeras etapas de desarrollo de nuestras vidas, es decir, que puede
ser aprendida y entrenada y, al igual de lo que sucede con el liderazgo, esta capacidad
puede “nacer” con el sujeto, pero también puede “hacerse por medio de la práctica,
el esfuerzo y la perseverancia”.
Por otra parte, cuando esta fuerza es baja o es insuficiente, resulta casi imposible
lograr los objetivos que la persona se haya fijado alcanzar. Y aquí se produce algo
digno de tener muy en cuenta –y que ha sido el resultado de diversas investigaciones–
a saber, que aquellas personas que tienen un mejor control sobre: (a) su fuerza de
voluntad, (b) de su capacidad para prestar atención, (c) de su manejo de emociones,
así como (d) de la necesaria disciplina que acompaña a sus acciones, dichas personas
“están en condiciones de superar todo tipo de obstáculos y dificultades con la
finalidad de conseguir las metas deseadas”.
Asimismo, cuando esta fuerte determinación personal se asocia con la capacidad para
controlarse y autorregularse a uno mismo, ello le permite al sujeto lograr cosas que
son marcadamente difíciles de alcanzar, cual es el caso, por ejemplo, de perder peso,
dejar de fumar, dejar de consumir drogas, de beber alcohol en exceso o de realizar
actividad física de manera regular. Es fácil comprender, que sin la presencia de la
fuerza de voluntad resulta, prácticamente, imposible lograr las metas y objetivos
recién indicados, u otros de similar tenor.
Destaquemos también, que “la tenacidad representa un muy buen sinónimo de ser
poseedor de gran fuerza de voluntad”, ya que refleja la persistencia, empuje, pasión y
firmeza de la persona, todo lo opuesto, precisamente, a desidia, debilidad y falta de
carácter.
Cuando se unen la fuerza de voluntad y la tenacidad, la persona que tiene estas
cualidades es, prácticamente, imbatible, ya que está firmemente decidido a no
abandonar por ningún motivo el objetivo que se haya propuesto alcanzar, aun cuando
las cosas se hayan puesto difíciles o porque éstas no suceden de la manera rápida que
el sujeto quisiera.
Ahora bien, tener fuerza de voluntad y tenacidad no significa que la persona no esté
expuesta a experimentar obstáculos o contratiempos, sino que dichas dificultades no
perturban ni tampoco desvían al sujeto de la meta fijada, por cuanto, éste está tan
concentrado en el objetivo que tiene ante sí, que no cejará hasta cumplir con su
propósito.
No está demás decir, que aquellas personas con fuerza de voluntad y tenacidad no
dependen de la suerte, del destino o del azar para alcanzar el éxito profesional, ya que
cuando las condiciones se ponen difíciles, ellas continúan trabajando y esforzándose,
en conocimiento de que los tiempos difíciles no son el momento indicado para dejar
de intentar alcanzar el objetivo prefijado. Y esto es lo que marca la gran diferencia
entre las personas con fuerza de voluntad y las débiles de carácter o desidiosas.
Señalemos finalmente, que existen algunos test que permiten medir –por lo menos en
forma aproximada– la fuerza de voluntad de las personas y que están relacionados
con el famoso “Test de la Golosina” del Dr. Walter Mischel, en el que se buscaba
determinar cuánta fuerza de voluntad y autocontrol mostraban una serie de niños
ante la posibilidad de comerse de inmediato una golosina o recibir dos golosinas, si el
niño(a) era capaz de resistir la tentación de comérselo hasta que volviera el
examinador a la sala. El resultado fue que sólo un tercio de los niños logró resistir la
tentación de comerse de inmediato la golosina.
La fortaleza de nuestra fuerza de voluntad a menudo se corresponde con los
resultados que se obtienen de nuestro trabajo, estudios o de cualquier otro tipo de
actividad que la persona esté realizando. Para los interesados en averiguar de manera
honesta cuál es su nivel o grado de fuerza de voluntad, uno de estos test se llama,
precisamente: “Test para el potencial de fuerza de voluntad”, test que contiene un
total de 18 preguntas y puede ser encontrado fácilmente en Internet.