Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Digamos de partida, que la verdadera amistad no tiene fronteras, no tiene edad, tiempo,
ni distancias, y perdura para siempre en el alma y en el corazón de las personas.
Cuando una persona revisa el significado de la palabra “amistad”, se encuentra con la
siguiente definición: “Relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre dos
–o más– personas que no son familia”. Esta relación de afecto se presenta en distintas
etapas de la vida y con diferentes grados de importancia, significado y trascendencia.
A raíz de lo anterior, nos encontramos con “amistades que se forjan cuando las personas
están en el colegio y que pueden perdurar por el resto de la vida de ese grupo de
individuos, sin que importe el hecho que estén separados por cientos y, en ocasiones, por
miles de kilómetros”. De ahí que se diga que una amistad no crece por la mera presencia
de las personas, sino que por la magia que se produce de saber que aunque no las veas,
llevas a esos amigos(as), en el fondo de tu corazón.
Si bien los amigos deben ser fieles, comprometidos y leales con uno, eso no significa que
no puedan –o no deban– estar en desacuerdo con uno, y decirnos las cosas en la cara y de
frente, a fin de evitar, por ejemplo, que cometamos errores, que luego pagamos caro. Esto
también, es parte de la verdadera y genuina amistad.
Es preciso diferenciar entre un “amigo” y un “compañero”, por cuanto, entre ambos
conceptos existe una gran brecha, ya que cuando hablamos de amistad, estamos
señalando la existencia de un afecto personal recíproco y desinteresado, que surge entre
dos personas y que se va fortaleciendo con el paso del tiempo. En tanto que cuando
hablamos de un “compañero”, en este caso, se trata de una persona con la cual se
comparte un trabajo, la práctica de un deporte o los estudios. En este sentido, la
verdadera amistad se convierte en una relación de confianza, afecto y lealtad hacia el
otro, donde la palabra empeñada se hace carne y realidad.
En una verdadera amistad, las personas ponen lo mejor de su parte, buscando siempre el
bien del otro, aceptándolo(a) tal como es, es decir, con sus virtudes y con sus defectos, y
no como uno quisiera que fuera, “donde la condición previa para la amistad, surge desde
uno de los principales pilares y valores del ser humano, a saber, el respeto mutuo”.
Si una persona nos agrada, nos cae bien, nos simpatiza, nos acoge y escucha nuestras
ideas y opiniones, esa persona se convierte en el mejor ejemplo de amistad, una amistad
que puede perdurar toda la vida. En este sentido, hay amistades que se vuelven tan
relevantes para nosotros, que incluso llegan a ser más importantes y significativas que
algunos miembros de la propia familia.
El Dr. William Chopik –psicólogo social e investigador de la Universidad Estatal de
Michigan, EE.UU.– interesado en saber cómo las relaciones interpersonales y de amistad
van cambiando de acuerdo con las circunstancias de la vida y con el paso del tiempo,
quiso demostrar la importancia de la amistad en la vida de las personas, y para ello realizó
un estudio que involucró a miles de individuos en más de 100 países.
Los resultados obtenidos de su estudio demostraron “que la amistad se fortalece con la
edad, con un significativo dato adicional: en los adultos mayores, las amistades se
convierten en la principal fuente de salud y felicidad, aún más que los propios integrantes
de la familia de origen”. De acuerdo con el Dr. Chopik, el hecho de “mantener a unos
cuantos buenos amigos alrededor de uno puede hacer un mundo de diferencia para
nuestra salud y bienestar”, y más adelante agrega que “es inteligente invertir tiempo y
afecto en las amistades que nos hacen más felices”.
Por el contrario, cuando los amigos son una fuente de tensión y desagrado, las personas
reportan más malestares y enfermedades crónicas, mientras que cuando los amigos(as)
son una fuente de apoyo, las personas son más sanas y felices. Es por ello, que con el
pasar del tiempo, la gente tiende a mantener cerca a aquellos amigos con los que se
sienten a gusto, en tanto que se alejan de quienes sólo proporcionan malos ratos.
Según el estudio del Dr. Chopik, la calidad de las relaciones de amistad tiene efectos
notables y concretos en las personas, a saber: (a) las hace más saludable, (b) las personas
tienen una menor incidencia en enfermedades crónicas, (c) hay mayores niveles de
felicidad, (d) las personas presentan una menor tasa de mortalidad.
Señalemos, finalmente, algunos de los factores o elementos de una verdadera amistad:
respeto mutuo, interés por el bien del otro, comunicación y diálogo abierto, aceptación de
las virtudes y defectos del otro, confianza y lealtad inalterables, apoyo afectivo y efectivo
constante, compartir alegrías, triunfos y fracasos, compromiso personal serio, estar con el
amigo(a) en las buenas y en las malas, cumplimiento de la palabra empeñada.