La vieja historia de las oportunidades La educación empieza desde el momento de nacer. Créalo o no.

Por Carolina Vasquez Araya  (@carvasar )periodista Chilena Radicada en Guatemala

 

Le pregunté durante un desayuno algo más que obvio: ¿Qué programas ves en la televisión? Y me contestó «no tengo televisor». Es un joven no mayor de veinticinco años, recién graduado de arquitecto, estudiando un posgrado en urbanismo y, por lo tanto, de la más reciente generación. Lo siguiente era averiguar qué hace en sus ratos libres. «Leer todo cuanto puedo».

No necesitaba una evidencia tan contundente para defender el inmenso valor de la lectura. Los primeros pasos de una mente activa son tocar, oler, ver, saborear, escuchar y percibir de ese modo el entorno. Pero en seguida viene el maravilloso ejercicio de la imaginación. Y éste, si no existe un contexto familiar capaz de alimentarlo relatando historias, viene de la mano de los libros. Esos libros ilustrados, de pastas duras, que permanecen con nosotros por el resto de la vida, son los  motores iniciales del juego intelectual y la fuente de un inmenso mundo de posibilidades.

Por ello es tan importante insistir en la necesidad de dotar a nuestra infancia de lectura y alimentación para que ese cerebro en formación tenga alguna posibilidad de desarrollarse. Durante una breve estadía en Holanda pude apreciar el valor de la educación desde la más temprana edad. Un país organizado y con una fuerte orientación social, donde niñas y niños aprenden a nadar y a montar bicicleta al mismo tiempo que balbucean sus primeras palabras, con la misma naturalidad con la cual los nuestros van al campo a recoger la cosecha o a trabajar con pólvora en una fábrica.

Pero no todo es tan fácil para las nuevas generaciones europeas, en la actualidad hasta los profesionales más connotados tienen problemas para encontrar trabajo. La crisis ha volteado la tortilla hasta el extremo de obligarlos a ofrecer sus servicios en China, Australia, India y en el mundo árabe porque en su continente, uno de los más poderosos del planeta, no hay oportunidades.

Si esto sucede con algunos de los cerebros más brillantes de Europa, es muy fácil predecir que las nuevas generaciones de arquitectos, ingenieros, médicos y otros especialistas se verán en serias dificultades para subsistir gracias a los conocimientos adquiridos, no importando cuántos grados y posgrados acumulen. De ahí no queda más que extrapolar la situación y ver a nuestra niñez desnutrida, abusada y privada de educación de mínima calidad, para darse cuenta de que su futuro está en peligro por encontrarse en manos de una comunidad que no capta sus dimensiones.

Las nuevas generaciones serán las encargadas de dar continuidad al desarrollo de las naciones. Aún en países emergentes, en donde la crisis todavía no ha golpeado con la fuerza devastadora con que han amenazado el crecimiento de algunos países del mundo occidental, si no se apoya a la niñez y se busca respuestas a esta problemática urgente, las consecuencias serán de muy largo plazo, con repercusiones en todos los estratos de la sociedad.

Elquuintopatio@gmail.com

 

 

Related Articles