Más del 80% de los casos de otitis externa ocurren durante el verano, una época en la que el contacto con el
agua aumenta considerablemente.
En esta temporada del año, las altas temperaturas y las actividades acuáticas se convierten en parte del día
a día, especialmente en niños. Sin embargo, también aumentan los casos de otitis de verano, también
conocida como «otitis del nadador», una de las afecciones más comunes en esta época debido a la mayor
exposición al agua.
“Esta infección se origina por el contacto prolongado con el agua y un mal secado de oídos, lo que genera
una humedad excesiva. Esta condición deteriora la piel del conducto auditivo y facilita la reproducción de
hongos y bacterias. El 98% de los casos se debe a estas últimas”, explica la Dra. María José Herrera,
otorrinolaringóloga del Centro de Oído de la Clínica Universidad de los Andes.
Se puede reconocer por síntomas como:
Dolor intenso en el oído afectado, incluso al tocar la oreja o presionar delante de ella.
Picazón en el conducto auditivo.
Secreción de líquido desde el oído.
Sensación de oído tapado o pérdida transitoria de la audición.
Fiebre.
¿Cómo prevenir la otitis de verano?
La Dra. Herrera comparte algunos consejos clave para evitar esta infección:
Secar bien los oídos: Usar una toalla suave o dejar que el oído se ventile después del baño. Evitar el
uso de cotonitos, ya que pueden dañar la piel del conducto auditivo.
Utilizar tapones para los oídos: Especialmente en niños propensos a infecciones o personas con
historial de otitis recurrentes.
Reducir los baños prolongados: Limitar el tiempo en piscinas o lagos disminuye la exposición a la
humedad.
Evitar objetos filosos: No intentar limpiar el interior del oído con instrumentos, ya que pueden
causar pequeñas lesiones que favorecen la entrada de bacterias.
¿Cuál es el tratamiento?
En caso de otitis externa, el manejo más común incluye el uso de gotas para los oídos con antibióticos y
corticoides. Además, se recomienda mantener el oído seco y evitar sumergirse en agua entre 7 y 10 días.
